viernes, 2 de febrero de 2024

RECOGIENDO TESTIMONOS DE POLONIAS DEL SIGLO PASADO


















En fechas cercanas a la fiesta de Santa Águeda  y Santa Apolonia del año pasado, escribí una entrada para este mismo blog en el que repasaba lo que eran mis recuerdos , mis impresiones y mis conversaciones con unas y otras sobre el día siguiente de la fiesta y la tradición de subir a merendar a San Juan.  Me dejaron un montón de fotos y la entrada puede  leerse  siempre que se quiera en este mismo cuaderno de bitácora en esta direcciónhttps://rondallaballobar.blogspot.com/2023/03/en-febrero-santa-agueda-y-santa-apolonia.html

Este año me hice el propósito de aclarar mi memoria con respecto de un elemento muy importante para nuestras fiestas como son los “ PAN BENDITOS”.

He hablado con varias mujeres, no muchas, pero una es una de las Polonias que mas tiempo entró en la fiesta como es Palmira de Lafarga, también con su vecina Pilarín de la Dominga y Maria José de Bertolo . En la hoguera aproveché y estuvimos  platicando con Maribel de la Pola y Pili de Solano. Por supuesto con mi madre y con la Rosa de Bertolé, que junto con la Gloria de Pablito fueron toda su vida Polonias , desde pequeñetas. La una por casa La Calama y la otra por el Bar de Pablito. También con Loreto de la Marcelina.  Y tengo que deciros que Pilarín de la Dominga  me concertó una entrevista con Pilarín de Vergel  y en medio de la visita llegó Merceditas de Porranga que también aportó sus recuerdos, además ese día coincidió con el funeral del Abad de Poblet, que era de Ballobar  y las anécdotas se mezclaban porque a lo largo de la conversación salen muchos personajes a la palestra y se va dando vuelta al pueblo y a sus gentes. Por último coincidí con Rosario de Juanito en los voluminosos al día siguiente y volvimos a casa hablando del tema, que me sirvió sobre todo para confirmar toda la información. Por supuesto quiero agradecer  a todas y cada una el tiempo que tan generosamente me han dedicado y sobre todo lo jovial que ha sido echar la vista atrás y recordar tantas historias tan divertidas y a tanta gente que ha dejado un hermoso recuerdo en la memoria de las mujeres que me han contado muchas más cosas de las que pondré en este humilde escrito, más que nada porque hay que resumir;  pero cada uno de las episodios os aseguro que no tienen desperdicio.

La fiesta de las solteras siempre ha sido una fiesta privada, porque se la pagaban ellas, pero popular. Hay que recordar que mis informantes más mayores tienen ahora 92/93 años y que eran tiempos que no se pueden mirar con los ojos  actuales y mucho menos juzgarlos. También es verdad que la memoria es selectiva  y cuando se habla de tanto tiempo  hay veces que los años se confunden.

La economía era de subsistencia  y aunque no se pasara hambre, porque se tenía en  casa , animales y demás , dinero no había y menos para fiestas, ni para trajes de Polonias, ni chulonas, ni mantones  ni nada que no fuera  absolutamente esencial.

Partí de mis recuerdos personales que están basados  en la incontables conversaciones con mi madre y mi tía Leonor, mi tía Pilar… en fin  unos recuerdos que me transportan a momentos muy entrañables vividos con ellas, pero que a medida que van pasando los años  se puede apreciar perfectamente como la fiesta va evolucionando y adaptándose a las circunstancias que la vida va trayendo.

Recuerdo que mis tías hablaban de llevar huevos al horno para después empezar la fiesta , las que les venía bien, requisito imprescindible un delantal blanco que se guardaba para la ocasión , cuantas más vainicas, tabelletas y puntillas llevara, mejor ,rivalizando en  quien lo llevaba mas majo y mas blanco,  porque había que batir los huevos para hacer los bizcochos . La cuestión era juntarse  y cuando se cansaban de batir, se iban a dar la vuelta al pueblo  bien guapas y contentas aportando ese punto de alegría que tanta falta hacía. También me ha comentado Pilarín de Vergel que a su hermana se le daba muy bien hacer los adornos de colores de los pan benditos  y siempre que se lo pedían los hacía.

Pero también recuerdo de llevar huevos yo de mis primeros años de Polonia, no sé si lo recuerdo o de tanto oírlo mi memoria lo ha hecho suyo.

Lo cierto es que ninguna persona que he hablado ha ido al horno a hacerlos y en muchos casos, como el de mi madre, nunca estaban aquí para esa celebración, porque estaban sirviendo por las tierras del este, como dice Labordeta.

Pero la fiesta empezaba con el boca a boca

-          Chica vamos a pedir permiso u qué?

-          A ver si avisamos a unas cuantas y vamos juntas

-          La María ha dicho que este año no se apunta, que está de luto, que sólo hace un año que se murió su aguelo 

-          Pues cuando li preguntaú a la Antonia ma dicho que no estaba el horno pa bollos.

-          Ay que me paice que seremos tres y la de la guitarra

-          Ahura que nonbras la guitarra, que guardaste el calco que hicimos de la carta del año pasau que le escribimos a  la orquesta LOS RIOS de Belver?

-          Sí, que  lo guardé en el cajón de la cómoda,  ahura mismo la voy a buscar.

-          NO,  primero vamos a buscar a ver quién puede venir a hablar con el alcalde y el cura, que nosotras dos solas no vamos.

-          . El pedir permiso era una acción rutinaria,  pero imprescindible, porque para que la fiesta tomara la calle, las autoridades tenía que ser sabedoras.

-          Pero un año siendo cura Mosén Jesús y alcalde Juan José de Gaspar  se olvidaron,  y la fiesta tuvo que ser  “pagana”. Esto me lo guardo para contarlo en otro momento porque se merece una entrada y además alargaría mucho el artículo, pero contado hoy, es muy divertido, entonces buen disgusto se llevaron.  Esta anécdota nos la contó Palmira, que lo recordaba todo como si fuera en ese momento.

Pan Benditos se hacían todos que se podían dependiendo cuantas se apuntaban  y  llevaban los huevos y la harina que podían al horno, después la hornera cuando les facturaba, descontaba lo que le habían llevado.

Otra característica de la fiesta era que las chicas pagaban  y también sacaban a bailar a los chicos invirtiendo la costumbre  imperante.

Siempre se celebró en el día 9 de Febrero (el día que tocaba)y la víspera se hacía la hoguera, me contó Pilarín de Vergel que  había años que se hizo en la subideta de enfrente de casa Santa María y mayoritariamente en la placeta del cura. Pero recuerda de manera especial la hoguera que encendía el Sanjuanero en la ermita, a la vez tocaba la campaneta  y que inundaba el pueblo de ambiente festivo, puede decirse que empezaba la fiesta con la hoguera y la campaneta de San Juan. Otro aspecto que recordaba Pilarín de la Dominga es que  para recoger la ceniza pagaban a el señor Pacencio, que todas recordamos como el enterrador del pueblo.

La fiesta no salía siempre del mismo sitio, de casa Vergel salió muchos años, de casa Lafarga  muchísimos porque, recuerdo, que era una fiesta de las chicas y la única función del Ayuntamiento de la época era dar permiso.

Vestidas de traje típico había pocas chicas y que tuvieran el ajuar completo menos, así que si replegaban la chulona de una casa, el mantón de otra los pendientes de otra y si les podían dejar unas faldas también. Además las que lo dejaban  también se quedaban con pena de que no hubiera ningún “accidente”. Ni que decir tiene que la toalla de comunión era parte fundamental  para lucir el Pan Bendito y no estaban tan abundantes como ahora  y por cierto estos pesaban muchísimo más que ahora,  porque se ponían  en un tajador y ya sabemos todas que ligeros los tajadores no son.

Pero lo más importante de la fiesta era la orquesta, viniera de Belver, de Adahuesca, o de Zaidín o se tuviera que hacer un apaño entre los músicos de distintos pueblos, que no siempre podían acudir todos a todas fiestas. Los músicos se hospedaban en la Fonda que estaba en la Plaza Mayor en casa de Soldevilla y allí comían y dormían.

La orquesta después de las chicas era la pieza principal, dicen todas que tocaba todo el día Y que no la dejaban para de tocar. La orquesta ya iba a la hoguera  donde se cantaba el romance y después  a casa Pablito al baile toda la noche, a la mañana siguiente las acompañaba a misa  y entraba a la Iglesia a cantar la misa de Pio XII, por eso se le daba a los músicos  el trozo de Pan Bendito mas grande, porque se lo ganaban cantando  y cuando terminaba esta  se volvía a cantar el romance después vuelta al pueblo la orquesta,  las Polinias con los pan benditos  y toda la chiquillería detrás. Antes del vermut, había baile  de nuevo, a continuación  pagaban las chicas a sus acompañantes  el aperitivo  y a casa a comer. Que las merendolas tal y como se conocen ahora tampoco existían, las Polinias ni comían, ni cenaban juntas, que no estaban los tiempos para derroches. Volvía a haber  baile por la tarde y también por la noche.

   El día 10 por la mañana se juntaban todas a hacer las cuentas. Para recaudar fondos había años que rifaban una torta  y ponían una bandeja en la entrada del baile para que los chicos que entraban echaran la voluntad.

Como la orquesta marchaba el día 9 por la noche y las cuentas se hacían el día 10, el dinero de pagar a los músicos lo ponía o la Isabel de la Calama o la señora Dominica de Pablito  y después ya hacían cuentas.

Por las mujeres que he ido nombrando  se puede observar la época de la que escribo. La fiesta ha evolucionado, pero yo quería hablar de esa parte más lejana  porque de entonces hablamos en otro momento, que queda tajo.

2 comentarios:

Uge dijo...

Que chulo,y que bien explicado todo¡¡Me ha encantado como se empezó a celebrar y todos los pormenores de esos tiempos tan dificiles¡¡👋🏻👋🏻👋🏻👋🏻Gracias¡¡¡

Juan J. dijo...

Un artículo estupendo